CARL GUSTAV JUNG Y LOS FENÓMENOS PARANORMALES - FUNDAMENTOS PSICOLÓGICOS DEL ESPIRITISMO - EL PSIQUIATRA SUIZO SIEMPRE SE LIMITABA A LO PSICOLÓGICO Y DEJABA FUERA DE DISCUSIÓN SI LOS ESPÍRITUS EN SÍ EXISTEN - DESDE LO PSÍQUICO PARA JUNG LOS ESPÍRITUS SON COMPLEJOS AUTÓNOMOS INCONSCIENTES QUE APARECEN PROYECTADOS PORQUE NO TIENEN ASOCIACIÓN DIRECTA CON EL YO - ¿QUIÉN ERA "PHILEMÓN PARA JUNG? ¿UN EXTRATERRESTRE?, ¿UNA ENTIDAD ESPIRITUAL?, ¿O UN ARQUETIPO?




Por mucho que se esfuercen desde distintas perspectivas espirituales en justificar sus cosmovisiones trascendentes mediante el artilugio de transformar al Dr. Carl Gustav Jung en un esoterista, espiritista, hermetista, ocultista, alquimista, cabalista, y una serie muy numerosa de etcetera o etcetera adaptándolo en forma tergiversada a sus propias imágenes del mundo espiritual (o por lo contrario de tildarlo de hereje,  ateo, o anticristiano), lo cierto es que desde sus declaraciones y escritos (los cuales hoy se encuentran al alcance de cualquier buen investigador), ha pasado todas las pruebas para demostrar lo contrario, es decir, que se comportó como un científico que se limitaba al estudio de los fenómenos denominados paranormales y espirituales desde un punto de vista meramente psíquico, y además recordemos que Jung afirmó en forma contundente : "Estoy trabajando con fenómenos psíquicos y no con afirmaciones metafísicas" y "Mis ambiciones no se elevan a las alturas teológicas", y por más que huelgan los comentarios y no se ajusten a la realidad objetiva de su teoría y palabras, la verdad es, que la teoría de Carl Gustav Jung se destaca por trascender todas esas distorsiones y caminar por el sendero de la más clara verificabilidad.

Adrian Avalos - Terapeuta Transpersonal y Coach Transpersonal - Master en Psicología Significativa y con Formación en Psicología Junguiana

FUNDAMENTOS PSICOLÓGICOS DEL ESPIRITISMO - EL PSIQUIATRA SUIZO SIEMPRE SE LIMITABA A LO PSICOLÓGICO Y DEJABA FUERA DE DISCUSIÓN SI LOS ESPÍRITUS EN SÍ EXISTEN - DESDE LO PSÍQUICO PARA JUNG LOS ESPÍRITUS SON COMPLEJOS AUTÓNOMOS INCONSCIENTES QUE APARECEN PROYECTADOS PORQUE NO TIENEN ASOCIACIÓN DIRECTA CON EL YO 


LOS FUNDAMENTOS PSICOLÓGICOS DEL ESPIRITISMO


El Dr. Jung en su obra "Energética Psíquica y Esencia del Sueño" tiene un capítulo dedicado a los Fundamentos Psicológicos del Espiritismo, en el mismo expresa que si observamos el pasado del género humano encontraremos la convicción religiosa universalmente difundida que es la creencia en la existencia de seres espirituales o etéreos que moran alrededor del ser humano y que ejercerían una influencia invisible, y que tal creencia se encuentra en los pueblos de la más elevada cultura como en los que viven en aún en una era paleolítica.

Fuentes que constituyen los fundamentos del espiritismo para el doctor Jung 

Jung subraya tres fuentes que constituyen los fundamentos del espiritismo : La visión de los espíritus, el sueño, y las perturbaciones en la vida psíquica. 

El sueño 

Para Jung el sueño es el caso más normal y frecuente, y es un fenómeno psíquico producido sin motivo consciente durante el dormir, y afirma que mientras se sueña la conciencia no desaparece totalmente sino que existe algo de ella, y que en los sueños se tiene una relativa conciencia del yo, de un yo muy limitado y transformado que es el "yo onírico", fragmento o indicio éste del "yo de la vigilila".

La visión de aparecidos

El doctor Jung nos dice que la visión de aparecidos es como un sueño pero en estado de vigilia, que surge de lo inconsciente junto con una percepción consciente y que se trataría de una momentánea irrupción de un contenido inconsciente en la continuidad de la conciencia.


Los estados psicopatológicos 

En los estados psicopatológicos Jung afirma que se presenta el mismo fenómeno, el oído percibiría no sólo los ruidos del ambiente, las ondas sonoras externas, sino que sería estimulado interiormente y oye contenidos psíquicos que no forman parte de la conciencia inmediata del sujeto. 

También existirían opiniones junto a los juicios formados por la inteligencia y sentimientos que se le imponen al sujeto, que aunque aparentemente basadas en percepciones reales procederían en realidad de condiciones inconscientes internas, siendo así, ideas delirantes.

El factor común en los tres casos :  Los complejos autónomos.

El factor común a esos tres casos dice Jung, es el hecho de que la psiquis como totalidad no es una unidad indivisible, sino divisible y más o menos dividida, y que si bien las partes aisladas se relacionarían entre sí, tienen relativa independencia y rara vez se asocian al yo, a estos elementos psíquicos Jung los denominó complejos autónomos. 

El complejo del yo describe Jung constituye el centro de nuestra psique, pero es sólo uno de los varios complejos, y los otros complejos se presentarían con más o menos frecuencia asociados al complejos del yo y así de este modo se vuelven conscientes.

Los complejos autónomos de la psique, afirma Jung, aparecen claramente en los sueños, en visiones, alucinaciones patológicas e ideas delirantes, y como son inconscientes y extraños al yo aparecen siempre proyectados. 

En los sueños estos complejos autónomos son representados por otras personas. En la visión de aparecidos estos complejos autónomos se presentan proyectados en el espacio y lo mismo se aplica a las voces de las perturbación mental en tando éstas, dice Jung, no sean atribuídas directamente por el enfermo a las personas que lo rodean. Y al respecto termina diciendo : "Las ideas de persecución con frecuencia son asociadas con determinadas personas a las que se atribuyen las cualidades del complejo inconsciente. El paciente concibe a esas personas como enemigos, pues su yo es hostil al complejo inconsciente". 

Psicológicamente los espíritus son complejos autónomos inconscientes proyectados 

Carl Gustav Jung luego del apartado anterior en "Energética Psíquica y Esencia del Sueño" afirma lo siguiente : "Considerados desde el punto de vista psicológico, los espíritus son, por lo tanto, complejos autónomos inconscientes que aparecen proyectados porque no tienen asociación directa con el yo".





Foto anterior : María Orsic la médium de Vrill sociedad de mujeres alemana 

Aspecto psicoterapeútico : El espiritismo como fenómeno colectivo persigue los mismos fines que la psicología médica

El doctor Jung afirmaba que los espíritus son complejos de lo inconsciente colectivo que reemplazan una perdida adaptación a la realidad, o que tratan de compensar la actitud inadecuada de todo un pueblo. Para Jung los espíritus pueden ser pensamientos patológicos, o también tratarse de nuevas ideas desconocidas.

El psiquiatra suizo nos dice que si bien ha tenido la oportunidad de conocer muchos relatos, y no sólo de labios de sus pacientes, sino que también él mismo ha observado algunos con sus propios ojos, pero que su material era demasiado escaso para poder presentar una opinión bien fundada, pero que de dichas realidades la sabiduría profesional no quería tomar nota.

Al respecto expresó: "En este ensayo he bosquejado una concepción psicológica del problema de los espíritus de acuerdo con el conocimiento actual de los procesos inconscientes. Me he limitado por completo a lo psicológico, y he dejado fuera de discusión el problema de si los espíritus en sí existen y si su existencia puede manifestarse por efectos materiales, no porque yo creyera a priori que tal cuestión es absurda, sino porque no estoy en condiciones de aducir experiencias experiencias de alguna manera probatorias".

Sin embargo Jung decía que también había excepciones dignas de mención, y señalaba el caso de las descripciones hechas por Stewart E. White en una seríe de libros (Ver por ejemplo "the unobstructed universe" - "El universo sin obstáculos"  por Stewart E. White" - Hacer click aquí) y que allí las comunicaciones tenían una un contenido extraordinariamente más profundos que en otros casos.





A esto último respecto del caso de los libros de Stewart E. White, Jung expresó : "Así, por ejemplo, se reproduce una serie de ideas arquetípicas, entre las cuales se halla también el arquetipo del sí-mismo, de tal suerte que casi podría pensarse que se trata de pasajes tomados de mis escritos. Descartado por completo el plagio consciente, tengo también como poco probable considerarlo como una reproducción criptomnésica. En realidad debe tratarse de una genuina producción espontánea del arquetipo colectivo. Esto nada tiene de extraordinario, pues precisamente el tipo del sí-mismo suele encontrarse tanto en la mitología como en los productos de la fantasía individual. La espontánea elevación a la conciencia de los contenidos colectivos, cuya existencia en lo inconsciente desde hace tiempo ha sido ya explotada por la psicología, concuerda con la tendencia general de las comunicaciones mediumnímicas a trasladar los contenidos de lo inconsciente a la conciencia. He examinado la mayor parte de la literatura espiritista, precisamente en lo que se refiere a las tendencias manifestadas en las comunicaciones, y he llegado a la conclusión de que en el espiritismo existe un intento espontáneo de lo inconsciente para volverse consciente en forma colectiva. La tarea de los denominados espíritus consiste en hacer a los vivos directamente más conscientes, o aplicar sus esfuerzos a psicoterapeúticos a los recién muertos, y en consecuencia indirectamente a los vivos. El espiritismo como fenómeno colectivo persigue, por lo tanto, los mismos fines que la psicología médica, y produce aún, como lo demuestran sus últimas manifestaciones, las mismas representaciones fundamentales, por cierto en forma de doctrina de los espíritus, características de la naturaleza de lo inconsciente colectivo".

La ciencia no puede permitirse el lujo de la ingenuidad

Así continua y concluye Jung estas cuestiones antes citadas : "Tales cosas, por sorprendentes que sean, no prueban nada ni en favor ni en contra de la hipótesis de los espíritus. Sin duda no ocurre lo mismo con la prueba de la identidad realizada con éxito. No cometeré la tontería de moda de considerar todo falso lo que no puedo explicar. Podría presentar sólo muy pocas pruebas de esa clase que resistieran el criterio de las criptomnésicas y sobre todo de la "percepción extrasensorial". La ciencia no puede permitirse el lujo de la ingenuidad. Estas cuestiones están aún por resolver".

Pero Jung decía que a quien se interese por la psicología de lo inconsciente que le recomendaba leer los libros de Stewart E. White, el más interesante le parecía  "the unobstructed universe" (1944), y también  "The Road I Know" (1945), y que en él se encontraba una explicación del método de la imaginación activa, que ya desde hacía más de treinta años venía Jung empleando en el tratamiento de la neurosis para llevar a la conciencia del contenidos del inconsciente, y encontraba allí en esos libros escrita la primitiva ecuación : país de los espíritus = país del sueño (inconsciente).







Nuestro intelecto tiene una validez limitada 


Jung nos narra que por algún tiempo debía considerar esos fenómenos como un capítulo de la psicología, y que la ciencia debía imponerse ese límite, pero que nunca debía olvidarse que la ciencia es sólo una tarea del intelecto y que éste es sólo una de las funciones psíquicas fundamentales, y que no basta por ello para crear una visión general del mundo, sino que para esto involucra también al sentimiento que tiene convicciones distintas del intelecto, y que no significa que sean inferiores, y que también están las percepciones subliminales, que no se hallan dice Jung a disposición del intelecto conciente y por eso no tienen cabida en la visión intelectual del mundo, y de ahí es que tengamos razón cuando otorgamos a nuestro intelecto una validez limitada, y que cuando lo utilizamos debemos proceder científicamente y fieles a una hipótesis mientras no haya una prueba infalible contra su validez.

Adrian Avalos - Terapeuta Transpersonal y Coach Transpersonal - Master en Psicología Significativa y con Formación en Psicología Junguiana


Fuente utilizada : "Energética Psíquica y Esencia del Sueño" - VI Los Fundamentos Psicológicos del Espiritismo - Carl Gustav Jung - Ed. Paidós 


¿QUIÉN ERA "PHILEMÓN PARA JUNG? ¿UN EXTRATERRESTRE?, ¿UNA ENTIDAD ESPIRITUAL?, ¿O UN ARQUETIPO?

PARA EL DR. JUNG SU "PHILEMON" NO ERA NI UN EXTRATERRESTRE NI UN ESPÍRITU, SINO UN ARQUETIPO, UN SER DE SU FANTASÍA, UN CONOCIMIENTO SUPERIOR 




Figura anterior : "Philemon" dibujado por Jung al que describía como la personificación de un arquetipo del inconsciente. En su obra "Recuerdos, sueños, pensamientos", Jung relató el sueño en el que esta figura se le apareció por primera vez. La figura de fantasía de Jung se basó en la figura de Filemón que apareció en las Metamorfosis de Ovidio y en Fausto de Goethe. 

Muchos han querido ver un espíritu o un extraterrestre en el "Philemon" dibujado por el psiquiatra suizo, pero Jung explicó bien de que se trataba:

"Philemon y otros seres de mis fantasías me ofrecieron el entendimiento de que existen cosas en la mente que yo no produzco, pero que se producen a sí mismas y tienen su propia vida. Philemon representó una fuerza distinta a mi. En mis fantasías tenía conversaciones con él y me dijo cosas de las cuales yo no estaba consciente. A veces él parecía bastante real, como si tuviera vida propia... Yo caminaba con él y para mí era lo que los hindúes llaman un gurú".

"Carl Gustav Jung"

En sus memorias, Jung informó que a menudo conversaba con Philemon mientras paseaba por el jardín de su casa en Küsnacht, Suiza. Hablando con Aniela Jaffé, su amigo y colega, recordó, "Filemón" era simplemente un conocimiento superior, y me enseñó la objetividad psicológica y la actualidad del alma. Formuló y expresó todo lo que nunca había pensado.






Aquí les dejo una interesante nota sobre Jung y los fenómenos paranormales extraída de : Odisea del Alma 


JUNG Y LOS FENÓMENOS PARANORMALES


“Aquella noche fatídica de junio de 1895, la primera sesión espiritista tuvo un resultado más extraordinario de lo que cabía esperar. Jung se sentó junto con el círculo de mujeres alrededor de una gran mesa redonda de madera, y presidió nerviosamente la sesión. Como era habitual en este tipo de sesiones, colocó en el centro un vaso de agua que podía reflejar hasta la más imperceptible levitación de la mesa. Ordenó a todos que colocasen las manos suavemente sobre la mesa y las uniesen tocándose unos a otros ligeramente las yemas de los dedos. Al cabo de unos instantes de completo silencio, el aire se volvió espeso, eléctrico. De pronto, el vaso de agua empezó a moverse violentamente. A su pesar, Jung estaba tan aterrorizado como el resto de los participantes. Con grandes dificultades, exclamó: ‘Uno de nosotros es un médium muy dotado’. En aquel momento, la joven Helly palideció y se desplomó en la silla. Y para sorpresa de todos los presentes, empezó a hablar”. Este texto está extraído del libro The Aryan Christ: The Secret Life of Carl Jung (1997), cuyo autor es Richard Noll, psicólogo clínico y profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad de Harvard. En dicha obra, se descubren facetas muy poco conocidas del eminente psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), entre ellas, su incursión desde joven en el mundo del espiritismo y de los fenómenos paranormales. Cuando realizó dicha sesión espiritista, Jung estaba a punto de cumplir 20 años. Todavía no podía imaginar lo que el destino le tenía reservado: convertirse en uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Su descubrimiento del inconsciente colectivo produjo una auténtica revolución en el conocimiento de la mente humana. “Así como el cuerpo humano muestra una anatomía general por encima y más allá de todas las diferencias raciales, también la psique posee un sustrato general que trasciende todas las diferencias de cultura y conciencia, al que he designado como inconsciente colectivo”, explica Jung. Era pues de prever que, tanto en la psiquiatría como en el psicoanálisis, terminara aventajando a su insigne mentor Sigmund Freud.

Realmente sabemos muy poco de la vida de Jung.  Sus herederos siempre han sido muy reacios a la hora de aportar material inédito a los investigadores -como puedan ser sus diarios privados o toda su correspondencia-, con el que poder construir una biografía mínimamente veraz, más centrada en los aspectos humanos y alejada de ese personaje idealizado -a modo de semidios– que su familia y seguidores han tratado de difundir. “Supone algo tremendamente injusto que Jung se presente como un autor alejado de la realidad, aportando pruebas de oscurantismo que no existen en absoluto en sus escritos”, denuncia Pilar Quiroga, doctora en Psicología y autora de la documentada obra C. G. Jung. Vida, obra y psicoterapia (2003). Ni siquiera Recuerdos, Sueños, Pensamientos, libro elaborado cuando Jung tenía 81 años y publicado tras su muerte, puede ser considerado una autobiografía en toda regla, ya que se trata de una colección de escritos hábilmente estructurados por Aniela Jaffé, su ayudante en los albores de su vida. “Jaffé tomó las contribuciones y transcripciones de antiguas conferencias de Jung, añadió sus propias notas sobre las conversaciones que mantuvo con él, puso todo en primera persona y permitió que el conjunto se presentase como una autobiografía a un público confiado”, aclara Noll. De los borradores escritos por Jung, se modificaron y eliminaron muchas frases, así como ciertas anécdotas, siempre por sugerencia familiar. Aún así, con ese escaso material biográfico, y a través de sus trabajos teóricos, vivencias personales y conversaciones con sus pacientes, podemos hacernos una idea del gran interés que Jung siempre cultivó hacia los temas limítrofes del conocimiento, que tanto marcarían su trayectoria personal y profesional.

CONTACTOS CON EL “MÁS ALLÁ”

De hecho, el torreón que se construyó en Bollingen, junto al lago de Zurich, fue no solo lugar de soledad y meditación, sino también de encuentros visionarios y otras experiencias transpersonales de profundo significado trascendente. “Desde el principio el torreón se convirtió en un lugar de perfeccionamiento, un seno materno o una figura materna en la cual podía volver a ser lo que soy, lo que fui y lo que seré”, asegura. Allí, sobre la pared del dormitorio, se conserva un mural donde aparece representado su guía espiritual Filemón -un sabio anciano con largas barbas y alas-, con quien mantuvo contactos extrasensoriales y a quien debe algunos de sus más brillantes descubrimientos sobre la psique humana -la idea del arquetipo, por ejemplo-, según él mismo confiesa. Los diálogos que mantuvo con el mundo de los muertos y los dibujos que realizó bajo estados no ordinarios de conciencia, se recogen en su Libro Rojo, que aún permanece custodiado por sus descendientes.

¿De dónde le vino entonces su interés por la comunicación con los muertos? ¿Acaso de la lectura del Fausto de Goethe a la edad de quince años? Ello ejerció su influencia, qué duda cabe. Tal obra significó para Jung una auténtica revelación. “Inundó mi alma como un bálsamo maravilloso”, escribe. Tanto es así que al final de su vida creyó ser la reencarnación de Goethe, no ya solo por lo identificado que se sentía con dicho personaje, sino por ciertos sueños extraños que parecían revelarle esa posibilidad. Sin embargo, su acceso al mundo del espiritismo tuvo lugar justo cuando se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Basilea, a mediados de 1895. En esas fechas, el espiritismo estaba en auge por toda Europa. 
Era costumbre, sobre todo entre la alta sociedad, reunirse cada atardecer a la luz de una vela para invocar a los antepasados. Jung sintió curiosidad por el tema y quiso realizar algunas sesiones acompañado de varias mujeres de su familia. Entre ellas, su prima Hélène Preiswerk, que era médium. Por su parte, la madre de Jung, Emilie Preiswerk, ya había dado buena muestra de sus dotes clarividentes y había protagonizado alguna que otra experiencia relacionada con espíritus. Por tanto, aquellas séances organizadas por Jung resultaron exitosas y los presuntos contactos con los muertos no tardaron en establecerse. Hélène, conocida también con el nombre de “Helly”, es la joven citada en la narración inicial. En aquella primera sesión coordinada por Jung, Hélène, de quince años, entró en trance y a través suya se manifestó su abuelo difunto: “No temáis. Os acompaño todos los días. Soy vuestro padre Samuel, que vive con Dios”. Durante el tiempo que duró el éxtasis, la joven viajó astralmente al continente americano para visitar a su tía Bertha. Por muy delirantes que hoy nos parezcan estas historias mediúmnicas, entonces se vivían con total normalidad, incluso por personas con formación académica, como el propio Jung. De hecho, en torno al espiritismo, se dieron cita grandes personalidades del campo científico. Basta recordar a William Crookes y Charles Richet, premios Nobel de Química y Medicina, respectivamente. Ambos creían en la supervivencia del alma tras la muerte.

Lo cierto es que Jung fue testigo del cumplimiento de algunas premoniciones que tuvo Hélène durante sus trances visionarios. Aquello le llevó a profundizar aún más y comenzó incluso a interesarse en los estudios llevados a cabo por la célebre Society for Psychical Research (S.P.R.) de Londres, presidida por el catedrático de Filosofía Henry Sidgwick, institución que en 1882 inaugura el estudio científico y sistemático de los fenómenos metapsíquicos. Serían los preámbulos de la futura Parapsicología. Jung estaba fascinado con todo ello, y leía con inusitado interés los notables trabajos del ya citado Crookes y de otros pioneros de la Metapsíquica como William James, F. W. H. Myers, J. C. F. Zoellner, Cesare Lombroso, etc. “A pesar de parecerme tan extrañas y discutibles, las observaciones de los espiritualistas fueron para mí las primeras noticias sobre fenómenos psíquicos objetivos. Los nombres de Zoellner y Crookes me impresionaron y leí, por así decirlo, toda la literatura sobre espiritismo que estaba entonces a mi alcance”, escribe Jung. No es de extrañar que su tesis doctoral versara, entre otras cosas, sobre estas apasionantes cuestiones…

PSIQUIATRÍA Y MEDIUMNIDAD

Jung creía que el inconsciente puede conectar con otros niveles superiores de la realidad no sometidos a nuestras leyes espacio-temporales. Su cada vez más dilatada formación psiquiátrica, no le hizo dar marcha atrás en sus convicciones, aunque sí se iba mostrando más prudente a la hora de referirse a los espíritus-guías (prefería hablar ya de “personalidades inconscientes”). Comprendió que el inconsciente escondía demasiados secretos que tenía que ir sacando a la luz, antes de atribuir a posibles fuerzas del más allá los numerosos casos de narcolepsia, criptomnesia, hipnagogia, estado de ensoñación, trance visionario, automatisme ambulatoire, etc., que le iban llegando a su consulta, trabajando ya como psiquiatra en el prestigioso hospital de Burghölzli, durante la primera década del siglo XX. “Aun cuando existen casos perfectamente dignos de crédito, queda en pie la cuestión de si el fantasma o la voz se identifican con el muerto o son una proyección psíquica, y si la declaración procede realmente del muerto o quizás se origina en el saber existente en el inconsciente”, subraya Jung. Fue su etapa más escéptica, aunque como puntualizó William James, jamás perdió su voluntad de creer…

Si bien es cierto que estableció una conexión entre la mediumnidad y la histeria, estudiando la “disociación” de la personalidad de los médiums espiritistas, en ningún momento cuestionó la autenticidad de las facultades metapsíquicas, como la clarividencia o la precognición. En su tesis doctoral de medicina, escrita en 1902 bajo el título Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos, se hace eco de las experiencias mediúmnicas de su prima Hélène (empleó para referirse a ella el pseudónimo “S.W.”), afirmando que a pesar de su personalidad histérica -que provocaba sus desvanecimientos y automatismos-, manifestaba auténticas capacidades telepáticas y precognitivas durante esos estados de trance. En la conferencia que pronunció en 1919 ante los miembros de la S.P.R., titulada Los fundamentos psicológicos de la creencia en los espíritus, dejó claro su convencimiento de que las manifestaciones espiritistas se debían a “efectos exteriorizados de complejos del inconsciente”. El ya cada vez más célebre psiquiatra continuó ahondando en el estudio de los fenómenos paranormales, siguiendo una línea marcadamente científica, por eso no le pasó desapercibidas las investigaciones llevadas a cabo a partir de 1934 por el biólogo Joseph B. Rhine, en torno a la llamada “percepción extrasensorial” (ESP), desde su laboratorio de la Universidad de Duke. Sus rigurosos análisis estadísticos sobre la telepatía, la clarividencia, la precognición y la psicocinesis hicieron que la Parapsicología adquiriese respetabilidad científica y se multiplicasen las cátedras por todo el mundo. En 1937, Jung tendría la oportunidad de conocerle personalmente. “Por lo menos una parte de la psique no se encuentra sometida a las leyes del espacio y del tiempo -sugiere Jung-. La prueba científica acerca de ello la aportaron los conocidos experimentos de Rhine. Junto a incontables casos de presentimientos espontáneos, las percepciones fuera del espacio y otros casos de este tipo, de los cuales ya he contado algunos ejemplos de mi vida, demuestran que la psique en ocasiones funciona más allá de la ley de la causalidad espacio-tiempo. De ello se desprende que nuestras concepciones de espacio y tiempo, y con ello la causalidad, son imperfectas”.

EXPERIENCIAS PERSONALES

A lo largo de su vida, Jung protagonizó una serie de sucesos anómalos muy significativos que le sirvieron para convencerse, aún más si cabe, de la existencia de una realidad trascendente. No hablamos ya de experiencias visionarias y sueños de abundante material arquetípico -uno de los cuáles le inspiró la idea del inconsciente colectivo-, sino de otros fenómenos englobados en el campo de lo paranormal, como por ejemplo, la proyección extracorpórea. En 1944, Jung sufrió un infarto cardíaco. Estando inconsciente sintió que abandonaba su cuerpo físico y ascendía hacia lo alto. “Me pareció como si me encontrase allá arriba en el espacio. Lejos de mí veía la esfera de la tierra sumergida en una luz azul intensa. Veía el mar azul profundo y los continentes. Bajo mis pies, a lo lejos, estaba Ceilán y ante mí estaba el subcontinente de la India. Mi campo de visión no abarcaba toda la tierra, sin embargo, su forma esférica era claramente visible, y sus contornos brillaban plateados a través de la maravillosa luz azul (…) La contemplación de la tierra desde tal altura es lo más grandioso y más fascinante que he experimentado”.

Muchos años atrás, cuando aún vivía con sus padres, experimentó algunos fenómenos psicocinéticos a su alrededor. Extrañas explosiones, golpes, rotura de objetos… Durante el verano de 1898, vivió varios episodios de esta naturaleza. Uno de los que más le llamó la atención fue la extraña explosión que oyeron en un mueble aparador. “Comencé a inspeccionar detalladamente el aparador y lo inmediato a él, pero sin éxito -cuenta en sus memorias-. En el cajón, conteniendo la cesta del pan, hallé el pan y junto a él el cuchillo, cuya hoja estaba destrozada casi por completo. El mango estaba en un rincón del cesto rectangular y en cada una de las tres restantes esquinas había un trozo de la hoja del cuchillo. El cuchillo se había empleado todavía a las cuatro de la tarde y después se había guardado. Desde entonces nadie lo había tocado”. Dos semanas antes, el tablero de una mesa se había roto por la mitad inexplicablemente, ante el asombro de toda la familia. “¿Por qué y cómo se partió la mesa y se quebró el cuchillo? La hipótesis de la casualidad resultaba del todo inadmisible”, reconocería.

De casado, siguió protagonizando más incidentes de este tipo. Cuenta cómo en 1916 estos fenómenos paranormales se incrementaron. “Mi hija mayor veía por la noche una figura blanca atravesar la habitación. Mi otra hija contaba -independientemente de la primera- que le habían levantado la manta de la cama dos veces por la noche”. Uno de esos días, la campanilla de la puerta de la casa sonó insistentemente: “Yo me encontraba cerca de la campanilla, la oí sonar y ví cómo se movía el martillo. Todos corrieron inmediatamente hacia la puerta para ver quién llamaba ¡pero allí no había nadie! ¡Nos miramos como alelados!”. Jung estaba convencido de que aquella incesante fenomenología parapsicológica guardaba estrecha relación con el estado emocional en que se encontraba por aquel entonces. “Era una constelación inconsciente, y la atmósfera característica de tal constelación me era bien conocida como numen de un arquetipo”.

Insólito fue también lo que le sucedió años antes, en 1909, estando en Viena en compañía de Freud. Ambos discutían precisamente sobre la realidad de los supuestos fenómenos paranormales. En esa época, Freud mantenía una postura escéptica. Tuvieron que pasar años hasta aceptar la autenticidad de los casos estudiados por la Parapsicología. Así cuenta Jung lo ocurrido durante la reunión mantenida con su mentor:

“Mientras Freud exponía sus argumentos, yo sentí una extraordinaria sensación. Me pareció como si mi diafragma fuera de hierro y se pusiera incandescente. Y en ese instante sonó un crujido tal en la biblioteca, que se hallaba junto a nosotros, que los dos nos asustamos. Creímos que el armario caía sobre nosotros. Tan fuerte fue el crujido. Le dije a Freud: ‘Esto ha sido un fenómeno de exteriorización de los denominados catalíticos’.
‘¡Bah –dijo él-, esto sí que es un absurdo!’.
‘Pues no -le respondí-, se equivoca usted, señor profesor. Y para probar que llevo razón le predigo ahora que volverá inmeditamente a oírse otro crujido’. Y, efectivamente: ¡apenas había pronunciado estas palabras se oyó el mismo crujido en la biblioteca!… No sé aún hoy por qué tenía tal certeza. Pero sabía con total exactitud que el crujido iba a repetirse. Freud me miró horrorizado. No sé qué pensaba o qué miraba. En todo caso, este hecho despertó su desconfianza hacia mí y yo tuve la sensación de haberle hecho algo. Nunca más volví a hablarle de esto”.

SINCRONICIDAD

Para Jung, resultaba insuficiente explicar ciertos fenómenos extraños, relacionados con la psicología del inconsciente, mediante el principio de causalidad. Eso era algo que le venía preocupando desde siempre. Durante sus investigaciones, se topaba muy a menudo con extrañas coincidencias que le resultaban imposibles de entender por la vía racional. A tales conexiones acausales las bautizó con el nombre de sincronicidad. “He elegido el término ‘sincronicidad’ porque la simultaneidad de dos acontecimientos análogos, pero acausalmente ligados, parece un criterio esencial. Empleo, pues, aquí, el concepto general de sincronismo en el sentido especial de coincidencia temporal de dos o más acontecimientos, relacionados mutuamente de modo acausal, que tienen un contenido idéntico o semejante”, explica en La interpretación de la naturaleza y la psique (1952), obra en la que colaboró el premio Nobel de Física Wolfgang Pauli. Ambos consideraron que los fenómenos sincrónicos, aquellos que se producen simultáneamente sin que medie una relación causal, son muy significativos para quien los protagoniza. Los experimentos de Rhine -que proporcionaron la prueba de la existencia de conexiones acausales de sucesos- sirvieron para que Jung planteara la posibilidad de que el espacio y el tiempo pudieran tener también una realidad psíquica, no solo física. “Parece como si el espacio y el tiempo dependieran de condiciones psíquicas y no existieran en sí mismos, sino que fuesen sólo ‘puestos’ por la conciencia”, sugiere. Partiendo de esa premisa, la sincronicidad supone entonces un gran desafío al azar. De hecho, constantemente nos ocurren cosas que consideramos casuales, pero ¿realmente lo son siempre?… “Si bien la gran mayoría de los hechos casuales podría admitir una explicación causal, subsisten multitud de ellos que no manifiestan conexión causal alguna”, puntualiza Jung. Entre los muchos casos que le ocurrió, resulta especialmente llamativo el registrado el 1 de abril de 1949. Así lo cuenta: “Hoy viernes. En el almuerzo nos sirven pescado. En la conversación alguien recuerda incidentalmente la costumbre del ‘pez de abril’. Durante la mañana había yo anotado una inscripción: ‘Est homo totus medius piscis ab imo’. Por la tarde, una ex paciente mía a quien no había visto desde meses atrás, vino a mostrarme algunos cuadros de peces, singularmente impresionantes, que había pintado durante ese lapso. Por la noche se me mostró un bordado que representaba monstruos marinos pisciformes. El dos de abril, a las primeras horas de la mañana, otra ex paciente a quien no había visto desde hacía muchos años, me relató un sueño en el cual, estando a orillas de un lago, vio a un pez grande que se acercaba nadando en dirección a ella, para amarrar, por así decir, a sus pies. Durante esos días estaba yo ocupado en una investigación sobre el símbolo del pez en la historia”. Dicho relato lo escribió a orillas de un lago. Al terminarlo, se percató que a escasos metros de donde se encontraba, yacía un pez muerto totalmente intacto. “En la tarde del día anterior no había allí ningún pez”, advirtió. ¿Es posible atribuir a la simple casualidad un caso así?…

En conclusión, sus estudios sobre el inconsciente y los fenómenos paranormales -a veces protagonizados por él mismo como ya hemos visto-, le llevó a considerar que “existe una cierta probabilidad de que algo de nuestra psique continúe viviendo después de la muerte”. Y con ese convencimiento se marchó de este mundo a la edad de 85 años, dejando tras de sí una huella imborrable de conocimientos sobre el psiquismo humano.

Fuente : Jung y los fenómenos paranormales - Moisés Garrido - Algunas notas a modo de prefacio Por: Raúl Ortega - Odisea del Alma - Hacer click aquí para ver la nota completa


Fuentes y bibliografías de interés :


Jung y los fenómenos paranormales - Moisés Garrido - Algunas notas a modo de prefacio Por: Raúl Ortega - Odisea del Alma

Jung y los fenómenos paranormales - Moisés Garrido - Revista "Más Allá de la Ciencia" nº 242

"Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos" -  "Zur Psychologie und Pathologie sogenannter okkulter Phänomene" -  Carl Gustav Jung - "Estudios Psiquiátricos" - Obra Completa Volumen 1 - Editorial Trotta 

"Energética Psíquica y Esencia del Sueño" - VI Los Fundamentos Psicológicos del Espiritismo - Carl Gustav Jung - Ed. Paidós 

Aniela Jaffe sobre Carl Jung y parapsicología: experiencia y teoría ocultismo y espiritualismo - Aniela Jaffe on Carl Jung and Parapsychology: Experience and Theory Occultism and Spiritualism - Carl Jung Depth Psychology 

Los sueños proféticos y las precogniciones no eran una rareza en la vida de Jung. ˜Aneila Jaffe" - Prophetic dreams and precognitions were no rarity in Jung’s life. ˜Aneila Jaffe - Carl Jung Depth Psychology 




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